Publicado en Eme de Mujer, por Emilia Triay: Mañana, antes de que se largue el Gran Premio José Pedro Ramírez, se homenajeará a una mujer apasionada por el turf y los caballos.

Beatriz Chiazzaro de Rodríguez Larreta: la madrina

El living de su casa está repleto de cuadros, copas y trofeos. Beatriz Chiazzaro de Rodríguez Larreta tiene 91 años, un hijo, cuatro nietos, tres bisnietos y una memoria que cualquiera envidiaría; una cualidad que le permite charlar horas sobre caballos, carreras y el amor de toda una familia por el turf.

“Cuando era pequeña cuidaban mucho a las niñas, pero yo acompañaba a mi padre cada vez que iba al hipódromo; tendría 11 o 12 años y llevarme al stud era una cosa rara para la época”, recordó. Ahí nació una pasión que con los años fortalecería junto a su marido. Beatriz y Aureliano Rodríguez Larreta no se conocieron por el turf, pero al recordar su historia de amor, la sensación es que el amor por los caballos sí fue determinante.“Él era brillante y se fue a Inglaterra en 1941, becado para estudiar Derecho Internacional. Al regresar lo obligaron a dar conferencias en Argentina y Uruguay sobre cómo se educaba en las Universidades de allá. Le tocó ir a Concordia y quería venir a Montevideo para ver un clásico importante. Entonces, se desvió de lo que lo habían indicado y cruzó a Salto; lo descubrieron antes de llegar a la capital y le hicieron dar una conferencia allí. Yo vivía en Salto y fui a la conferencia, así nos conocimos”, recordó. El Haras Uruguay, que dirigió su marido, se fundó en marzo de 1946 y el 25 de julio del mismo año se casaron. El mismo día pero de 1968, Aureliano ganó la Presidencia del Jockey Club. “El turf está muy ligado a nosotros”, reflexionó. “Aureliano criaba caballos y yo lo acompañé en todo. Ahora no puedo ir tanto a las carreras porque me canso, pero antes iba sábados y domingos. En casa no estaba la tradición del almuerzo del domingo, sino la de ir a Maroñas”, confesó. Beatriz siente que nunca enfrentó ninguna resistencia por ser mujer y moverse en un ambiente considerado masculino. “El rol que yo tuve no era el más común para las mujeres. No me costó nada porque me encantaba. De mi edad no hubo ninguna mujer que hiciera lo que yo, si había competencia con otros haras”, agregó y festejó que hoy las mujeres se desempeñen en roles en los que no las había: criadoras, peonas, jocketas. “El Gran Premio Ramírez que más recuerdo es el que ganó Uranio en 1948. Nunca me olvidaré porque era una importación que costeaban los capitalistas del Haras Uruguay y le pidieron a Aureliano que eligiera un caballo para que fuera padrillo y fue ese. El día del remate empezó a ofrecer un millonario brasileño y no sé si se distrajo o qué pero nos quedamos con el caballo, se pagó más de lo que habían habilitado. Uranio fue no solo un animal sensacional, sino un excelente padrillo. Ese caballo no era de nuestra propiedad, pero lo habíamos elegido”, relató.“También recuerdo los triunfos de Bizancio y Sol de noche. El primero era un tordillo que venció la Internacional con el jockey knockout (desmayado), literalmente ganó el caballo. Fue impresionante. Era nacido y criado en el haras, pero no era nuestro. El segundo triunfó en 1970 y luego ganó el Dardo Rocha en La Plata”, rememoró. Pero la carrera más importante del turf nacional no es solo tema de caballos. “Para el 6 de enero había que estrenar traje, sombrero, zapatos, todo. El Ramírez era la cita de la moda, pensabamos lo que ibamos a vestir con anticipación. Ahora se va más sobria y me alegro”, reflexionó. “Ahora veo que va poca gente al hipódromo y creo que es por todos los adelantos de la ciencia. Uno ve las carreras por televisión, apuesta por teléfono o por internet, te facilitan todo. Eso es una lástima porque la afición y la adrenalina que produce ver la carrera en vivo no es la misma”, aseguró. Y subrayó: “Ahora es una maravilla el hecho de que mucha gente pueda comprar caballos, tener uno es una satisfacción enorme. Antes era más de élite, ahora por suerte no”.“Hoy me siento en el living y me paso viendo carreras, las de acá y las de afuera. Mi vecino debe pensar que soy loca, porque grito y festejo cada una. Tengo una amiga que vive cerca y ya sabe que no la visito ni sábados ni domingos porque veo las carreras”, dijo entre risas.“A los tres días que falleció mi marido corría Invasor por primera vez en Dubai. Me desperté y pensé qué haría Aureliano un día como ese: iría al café El Día. Me apronté y fui, no había ninguna mujer”, contó con orgullo.“Lo que quiere el turf es un gran caballo, como en el fútbol un gran jugador. Y eso es lo que no hay hoy en día, se están ganando unos a otros. Cuando comprás un caballo lo que querés es que sea un gran ganador pero siempre surgen inconvenientes. El turf es ilusión, el sueño de poder ganar”, sentenció. Mañana el Hipódromo Nacional de Maroñas abrirá sus puertas a las 11:30 y la primera carrera se largará a las 12:45. En la jornada habrá 21 carreras: cuatro grandes premios, entre ellos el José Pedro Ramírez que se iniciará a las 20:45. Minutos antes Beatriz será homeajeada en el podio. Será la primera vez que Gran Premio Ramírez cuente con una madrina, una idea que busca acercar a toda la familia al turf. “Para mí es una emoción enorme, de hecho me negué al principio, pensé que era demasiado”, comentó. “Me estoy aprontando espiritualmente para el sábado, nunca se me pasó esto por la cabeza ni en sueños. Para mí el haras fue toda mi vida”, concluyó.